La vinagreta de mostaza y miel es el aliño perfecto para infinidad de ensaladas. Le sienta de maravilla a la clásica de lechuga y tomate, pero también aporta mucha vida a todo tipo de hortalizas y verduras, legumbres como en la ensalada de garbanzos, pescados, mariscos y carnes blancas cocinados a la plancha o al vapor.
La palabra “vinagreta” viene del francés vinaigrette, que no es otra cosa que el diminutivo de vinaigre, es decir, “vinagre”. Es una de esas recetas básicas que no puede faltar en todo recetario que se precie. Prepararla en condiciones, ya sea en su fórmula clásica o en versión con mostaza y miel, es cosa de coser y cantar. Si la hacemos con mostaza casera, será aún más rica.
Colocamos la miel en un cuenco y la calentamos ligeramente en el microondas (también lo podemos hacer en un cacito). Lo suficiente para que quede suelta y pierda consistencia. Le agregamos el zumo de limón, el vinagre de manzana y removemos.
A continuación incorporamos el aceite, la mostaza y un par de vueltas de molinillo de pimienta. Batimos con una cuchara de varillas enérgicamente, hasta conseguir una vinagreta emulsionada y cremosa. Podemos hacer esta operación agitando los ingredientes dentro un bote con tapa de rosca.
Guardamos la vinagreta en la nevera hasta el momento de usar, donde cogerá cuerpo y consistencia. Si se desliga (que no debería pasar si está bien emulsionada) la volvemos a agitar o batir y listo.