2. Contra la carga mental, uniforme
Una de las posibilidades de la radicalización del estilo alivia a quien vive la moda como una carga mental. Si la tarea de vestirse cada día no resulta placentera, si no compensa de ninguna manera el tiempo y el esfuerzo que supone, lo mejor es apostar por el uniforme. Después de los 50, recurrir al uniforme, vestir todos los días de la misma forma (o casi de la misma forma) puede ser tan efectivo como hacer justo lo contrario.
Vestir de manera uniforme, con una fórmula fija o un repertorio tasado, puede leerse como una invitación a juzgar no tanto por lo que se ve, sino por lo que se hace, se dice o se piensa. Esto es: conviene aderezar el uniforme con actitud y personalidad. Pero lo importante es que orquestar y mantener un armario alrededor de la idea del uniforme es sencillo. Basta elegir diez prendas clásicas, de la mejor calidad posible y combinables entre sí: camisa y camiseta, chaleco y americana, pantalón y falda, abrigo o parka y cárdigan, sudadera y vaqueros. Con este armario mínimo ya se puede superar la semana laboral.
3. Aumentar número e intensidad de los accesorios
El objetivo de radicalizar el estilo, incluso de optar por un vestir uniformado, es lograr un look interesante o, mejor aún, intrigante. Una tercera vía para conseguirlo es aumentar el número de accesorios y, sobre todo, su intensidad. No solo porque capturan la atención que se vuelve tan cara a las mujeres maduras, sino porque conducen la mirada exactamente a donde queremos.
«Los accesorios son, ante todo, divertidos. Evidentemente, poseen una funcionalidad, pero su valor está en su poder para transformar cualquier look, incluso el más uniformado», explica Andrew Gelwicks. «Vemos en pasarela cómo muchos diseñadores juegan al juego del tamaño con bolsos enormes o, al contrario, minúsculos. El objetivo es que no pasen inadvertidos. Cualquier mujer con uno de esos bolsos demanda atención».
Las gafas de sol han de convertirse en las mejores amigas, y no solo porque protegen unos ojos que han de tratarse ya con delicadeza. Actualizan cualquier look, nos invitan a no maquillarnos (otro alivio para la piel) y añaden divertimento o sofisticación con poca inversión. Pensemos también en usar jerséis como bufandas, blazers como cinturones o gorras con visera. Sí a colgantes, broches, pendientes y pulseras. Todo suma.
4. Arriesgar con estampados, color y texturas
Otra manera interesante de resultar interesante es divertirse, una cualidad del carácter que puede resultar tan atractiva como la belleza. Después de los 50, es fácil que ya tengas en el armario un traje pantalón de corte impecable negro, azul marino o de raya diplomática. Es la hora de sumar un combo rojo, rosa, verde, apostar por un patrón distinto al clásico (oversize, por ejemplo) o por un estampado llamativo.
No te preocupes si tus últimas compras consisten en prendas con mucha personalidad y, supuestamente, difíciles de combinar. Lo último que quieres es perder el tiempo con básicos, a no ser que hayas optado de manera consistente por el recurso al uniforme. Procura que tus looks básicos incluyan al menos tres colores, contando con los accesorios. Aprender a combinar colores difíciles o estampados muy saturados (rayas con cuadros, por ejemplo) te será de mucha utilidad. Arriésgate, también, con las texturas, teniendo en cuenta que los opuestos se atraen. Por ejemplo, lo satinado y la lana.
5. Usar inteligentemente las tendencias
Cada temporada, las pasarelas proponen una chaqueta clave, una silueta de pantalones favorita y ciertas prendas que se identifican inmediatamente con la tendencia. Trata de hacerte con ellas en tus marcas accesibles de confianza, si no vas a recurrir a ellas más allá de cinco o seis meses. Invierte lo mínimo en la bomber oversize, el vaquero cargo, el pantalón plateado o la camiseta inspiración fútbol. Para todo lo demás, explora las marcas de precio intermedio: hay vida más allá de Zara.
6. Ante la duda, denim
Si existe un tejido que interesa más allá de los 50 es el denim, aunque utilizado no como el material humilde que es, sino como si fuera el textil más lujoso. El total look vaquero funciona con accesorios extraordinarios. Las prendas vaqueras que incluyen innovaciones en el patrón o está deconstruidas pueden salvar el look más anodino. Si optamos por prendas vaqueras clásicas, pueden elevarse inmediatamente si las mezclamos con las piezas más sobrinas del estilo oficina: camisas blancas, faldas de tubo, raya diplomática.