Tus almohadas pasaron un mal momento anoche. Tus ojos cargaban el dolor que estas escondiendo en tu interior. Te hizo sentir especial, amada y atesorada. Y entonces, un día, te hizo sentir abandonada y odiada. El mismo ciclo continúa. El mismo dolor que no cesa. Día tras día, lentamente, él va matando los restos de felicidad que aún quedan en ti. Él continúa trayéndote disgustos que te carcomen por dentro. Él te destruye.
Tú no te mereces tener que estar a disposición suya. Tú no te mereces tener que jugar sus juegos. Estar con él significa arrastrarte a través de su interminable laberinto. Mereces a alguien que transitaría contigo los caminos difíciles. Mereces a un hombre que te sacaría de los problemas, y no a uno que te meta en ellos.
Tú no te mereces sus señales confusas. Tú no te mereces un amor que te confunda. Tu mereces reafirmación constante, no sus enigmas alucinantes. Tu mereces un “Sí, yo puedo”. En este mundo lleno de “No estoy seguro, tal vez mas tarde” mereces ver rayos de esperanza en la persona elegida. No te mereces una respuesta con la que no pueda mirarte directo a los ojos. No mereces sus innumerables engaños. No mereces todas sus mentiras. Mereces a alguien que te trate bien, todo el tiempo.