¡Las plantan dan vida y alegría! Os animamos a que os rodeéis de ellas durante la época más fría y oscura del año.
Si queréis descubrir qué plantas son perfectas para tener el hogar durante la época invernal, no os podéis perder este artículo.
3 plantas de invierno para tener en el interior de casa
Os presentamos 3 plantas con las que alegraréis los cortos y fríos días de invierno: el amarilis con sus grandes y atrevidas flores, la clivia con sus hojas recias y alargadas y sus vibrantes flores naranjas y el tomatillo de Jerusalén con sus llamativos frutos que parecen comestibles.
1. Los amarilis o Hippeastrum
Podéis disfrutar por sí solas de ellas o podéis crear un exótico arreglo invernal junto a singonios y helechos.
La época de plantación del bulbo es desde diciembre hasta marzo. Se entierra exclusivamente la mitad inferior del bulbo y se deja la otra mitad visible al aire.
Florece de primavera hasta principio de verano, pero se pueden encontrar en invierno en las floristerías bulbos forzados con una floración temprana.
¿En qué consisten los bulbos forzados?
Gracias a esta técnica, los bulbos pueden florecer en una época que no es la habitual.
Para provocar estos bulbos forzados, lo que se hace es someterlos a unas condiciones especiales: un refrigerado artificial o una iluminación artificial.
Es importante saber que con esta técnica no se daña a la planta pero si se va acortando la vida media de los bulbos.
Si obtenemos bulbos forzados y los cultivamos, hay que tener en cuenta que cuando las flores se marchiten, lo mejor es eliminar los tallos de flor para poder reutilizar ese bulbo y conseguir nueva floración.
Cuidados del Amarilis o Hippeastrum
Cuando el Amarilis o Hippeastrum está en flor, no exige un lugar luminoso. Se puede colocar en cualquier rincón de la casa pero, si la ubicáis en un lugar fresco, la floración durará más tiempo.
Durante ese momento, habrá que mantener la tierra húmeda sin encharcamientos y, tras la floración, abonarla periódicamente para activar el crecimiento vigoroso de sus hojas.
Es muy importante evitar mover mucho la planta para que no se caigan los capullos de flor. Bien cuidada, la flor durará de flores duran de 3 a 6 semanas.
Una vez las flores se marchiten, llega el momento de hacer el trasplante del hippeastrum o amaryllis.
2. La clivia
La clivia o clivia miniata es una planta típica de los patios y portales, en especial en el Mediterráneo.
Genera una flor roja con forma de lirio espectacular a finales del invierno-principios de primavera y dura hasta mediados de verano.
¿Cómo hacer florecer a la clivia?
Para lograr una floración anual, la clivia exige ser “maltratada” a finales de otoño.
El maltrato se reduce a hacerla pasar frío durante un par de meses a una temperatura de 10ºC, lo que podemos hacer perfectamente sacándola al exterior y dejar de regarla. El fresco y la falta de agua provocará la aparición de nuevas flores.
Cuidados de la clivia
No necesita mucho espacio pero sí una ubicación luminosa y una temperatura entre los 18ºC de máxima y los 7ºC de mínima. El exceso de sol puede dañar las hojas verdes creándoles quemaduras y amarillamientos.
Los riegos han de ser moderados y espaciados, aunque no dejaremos que se seque totalmente el sustrato ni que se encharque la tierra.
¿Cómo se riega? Al tratarse de una planta con las raíces apelmazadas no se riega bien desde arriba. Lo recomendable es poner la maceta en un cubo de agua y dejarla ahí hasta que el compuesto esté húmedo. Luego, sacarla y dejarla secar.
Es sensible a las heladas y sus hojas se pondrán marrones. Para recuperar la planta tras una helada hay que eliminar todas las hojas estropeadas y secas cortándolas desde la base.
A continuación, hay que incorporaremos un vigorizante o abono foliar en spray para plantas con flor.
3. El tomatillo de Jerusalén
Su nombre científico es Solanum pseudocapsicum pero se le suele conocer por lo nombres de Tomatillo de Jerusalén, Totamito de Jerusalén, cerezo de Jerusalén.
Suele cultivarse como anual y las bayas rojas que da su diminuta planta le dan un toque solar a los días invernales.
Su éxito reside en las bayas que parecen pequeños tomatitos pero, aunque parezcan comestibles, son venenosas y deben alejarse del alcance de los niños y los animales.
Esas bayas inicialmente son verdes. Cuando maduran se tornan amarillas, naranjas y, finalmente, rojas, aunque suelen coincidir en el tiempo creando un efecto multicolor a la planta. Las variedades enanas son ideales para pequeñas macetas.
Cuidados del tomatillo de Jerusalén
Es una planta pequeña y perfecta para temperaturas un poco más altas entre los 18-24ºC de máxima.
Hay que plantarla en maceta con un compuesto para plantas de interior y regarla y abonarla regularmente con un fertilizante líquido.
Cuando las bayas se pongan mustias a finales de invierno, reduce el riego y deja de abonarlas. Al cabo de unas semanas, reanuda los cuidados habituales.